Su porosidad la convierte en una gran aliada en el ritual de la exfoliación, deja nuestra piel suave y lisa, eliminando las durezas y callosidades. Es perfecta para tratar los talones agrietados que sufrimos con más frecuencia en primavera y verano con el uso de sandalias.
Antes de su uso es importante que humedezcas la zona a tratar con agua templada para que la piel esté lo más blanda posible. Humedece también la piedra pómez y pásala frotando suavemente en aquellas zonas donde notes mayores asperezas. Hidráta tu piel una vez hayas terminado y limpia la piedra con agua y jabón. Asegúrate de secarla bien después.